Atónito. Sí, sí, atónito. Apenas puedo asimilar lo que está pasando a
nuestro alrededor. O tal vez se trata de que me veo desbordado por los
acontecimientos y no puedo aceptar la realidad. Y ya de paso descubro
que me aferro más que nunca a los restos de lo que algunos siguen
llamando democracia. Yo, que nunca he sido un votante disciplinado,
aburrido siempre con el absurdo teatro de estos últimos años.
Esta semana pasada han pasado tantas cosas y tan funestas, que lejos
parece quedar ya aquella desafortunada frase de Duran i Lleida. Uno de
los políticos mejor valorados de este país manifestaba públicamente y
sin ningún tipo de tapujos la rendición de la política al engaño como
sistema de trabajo, al electoralismo como mero trámite para aspirar al
poder. Pero más que hablar sobre ella, es mejor recordarla: “Si
explicase cuáles son mis ideas, perdería las elecciones” (sic).
A lo largo de este año se han ido dando múltiples signos, cada vez
más evidentes, del empobrecimiento del sistema democrático, de la
acelerada merma de derechos fundamentales. Políticos, agentes del
mercado, periodistas y mass media han devenido una imbatible fuente de
distorsión, de alteración del orden público. En Grecia, la pésima
gestión, el engaño asesorado por Goldman Sachs (que le abrió las puertas
a la Unión Europea), el estrangulamiento a posteriori por parte del
FMI, del BCE, de Merkel y su panda, ha conducido al país al borde del
cataclismo. En la cuna de la democracia, los suicidios se han
incrementado, este año, en un 40 por ciento. Estamos ante una nueva
forma de guerra.
“La salud depende de uno mismo, no del Estado” (sic). Además de
sufrir dicha guerra, el ciudadano debe aceptar, sin cuestionarse nada,
el irremediable proceso de anulación del estado. Esa frase ha sido
pronunciada por Boi-Ruiz, conseller de Salud de la Generalitat de
Catalunya, para defender los recortes de sanidad que su gobierno está
perpetrando contra la población civil. Recortes que, a estas alturas,
son delito y están poniendo en riesgo la vida de la gente. Milton
Friedman estaría muy orgulloso de la clase política actual. El estado
sólo se debe a los mercados. Golpe de estado en Grecia, próxima parada:
Berlusconi. Los gobiernos son piezas intercambiables en el gran mecano
que ha devenido nuestro mundo. Ya sea por medio del engaño y la
manipulación o a través de determinadas artimañas legales, o no, pero
siempre ilegítimas, hacen y deshacen a su antojo. No se salva ni la
constitución. Por mucho que López Garrido (PSOE) dijera, sin duda en un
despistado arrebato, que sólo una reforma de la constitución pueda ser
motivo de referéndum. Es verdad, por eso convocaron un referéndum hace
apenas dos meses.
No podemos más que votar cada cuatro años. Y para muchos iluminados,
lo mejor que podemos hacer es permanecer en silencio y aguantar el
chaparrón. Pase lo que pase. Cuatro años de chaparrón. Pretender que la
ciudadanía se implique más en el funcionamiento democrático del país,
dicen muchos políticos y agentes instalados en tertulias, es digno de
golpistas, de una masa populista e ignorante.
Pobre del pueblo que pretenda convocar un referendum para decidir
sobre su propio futuro, por necesaria que sea la consulta. No han sido
pocos los intelectuales que a lo largo de la última semana se han
destapado como lo que son en realidad, déspotas ilustrados. El pueblo
no puede votar en referéndum si quiere pedir el rescate porque es un
tema demasiado complejo y sólo un técnico podría valorar esta cuestión.
No hubo ningún problema, sin embargo, con el referéndum del euro.
¿Deberíamos entender, entonces, que la adopción de una moneda única para
un conjunto de países es un tema mucho menos complejo que el rescate
financiero de un país? No debería sorprendernos que, además de
insultarnos, los de allá arriba nos tomen por idiotas.
Ha rodado la cabeza de Papandreu. La siguiente podría ser la de
Berlusconi. Zapatero dice que el 20-N la socialdemocracia se juega su
futuro. La socialdemocracia no se juega nada el 20-N. La
socialdemocracia fue vendida tiempo ha. Lo único que se decide este 20-N
es con qué papel de regalo se la acabamos de entregar al mercado. En
rojo o en azul. O tal vez sea el populacho, seamos todos los demás,
todos los que estamos abajo, los que podamos empezar a dar un giro a la
situación. El constante crecimiento del 15-M, a lo largo y a lo ancho
del planeta, así lo indica. Y tal vez no sea este 20-N, pero nosotros ya
no vamos a parar. Y cuanto más nos recorten los de arriba, cuanto más
se relajen en su posmoderna versión de sátrapas, más gente despertará.
Es inevitable. Está pasando.
Empieza ahora el debate a dos bandas entre Rajoy y Rubalcaba. Tengo
la absoluta certeza de que, más que un debate, se tratará de un
monólogo bicéfalo. Por una parte, Rubalcaba ha perdido 8 años para
demostrarnos que hay que luchar por lo que se quiere. Por la otra,
Rajoy nos ha vendido un cambio fantasma con el mínimo esfuerzo. Tan
mínimo como inexistente. Ambos tienen proyectos políticos y económicos
funestos para la mayoría. No pueden seguir pidiendo nuestra confianza.
No es lícito. Ninguno de los dos candidatos tiene la categoría, la
talla, para remontar ninguna situación.
Mejor sigo escribiendo. O me pongo a trabajar en el inevitable
cambio. Un cambio que ellos mismos, sin darse cuenta, están propiciando
y acelerando. Porque el futuro nos pertenece.
Artículo publicado en CatalunyaPress 21/10/2011
Informació Real Ja 11/2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario