sábado, 14 de enero de 2012

Contra la legitimación del simulacro

"Y desde Egipto nos están recordando también a nosotros, que nos queda mucho para que nuestra democracia sea de verdad una democracia de calidad.(…) Ciudadanos hartos del paro y de la crisis económica, de la crisis de valores y de la crisis social, de la crisis política y de la crisis institucional. ¿Habéis visto Egipto? El pueblo, cuando quiere, puede. Y el pueblo español quiere". (Esteban Gonzalez Pons, vicesecretario de Comunicación del PP, en la proclamación en Alzira, Valencia. Febrero 2011)

Han leído bien. Gonzalez Pons, miembro del partido de Esperanza Aguirre, la misma que pocos meses después calificara a los integrantes del movimiento del 15M de camorristas, pendencieros y golpistas. Dudo mucho que Esperanza Aguirre se refiriera también a su compañero de partido como golpista, muy a pesar de la incendiaria naturaleza de la proclama del vicesecretario de comunicación del partido.

Un concepto y su reverso más inmediato en un mismo escenario.

En el mismo escenario podríamos encontrar, además, al PSOE. El partido socialista, cuyos representantes levantaban el puño en alto en Rodiezmo, no se cortaba un pelo a la hora de aplicar políticas económicas de corte neoliberal, como la bajada de impuestos a las rentas más altas, la desregularización de los mercados, (incluido el financiero), o la congelación del gasto público. Para el otrora ministro de economía del partido socialista, Pedro Solbes, uno de los mayores logros al final de su mandato había sido el no aumento del gasto público. Y eso a pesar de que España es el país de la UE que menos invierte en el sector público, un 9% frente a la media de la UE, que es del 15%. Ciertamente estamos ante otro buen ejemplo del funcionamiento de lo que podríamos llamar simulacro en política. Mientras Leire Pajín y Bibiana Aído, entre otros, rinden homenaje a la Internacional, su ministro de economía se felicita a sí mismo por su antisocial gestión económica.

Lo que en las redes se viene denominando neolengua es, además, la suplantación de la realidad, algo mucho más peligroso. Baudrillard lo explica en Cultura y simulacro: "No se trata ya de imitación ni de reiteración, incluso ni de parodia, sino de una suplantación de lo real por los signos de lo real, es decir, de una operación de disuasión de todo proceso real por su doble operativo".

Artículo publicado en CatalunyaPress 10/2/2012
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